miércoles, 31 de agosto de 2016

Tristeza





La cama, se ha convertido en mi mejor amiga, la almohada, en mi confidente y las sábanas, las que me abrazan y me dan cariño.
Aquí me siento segura, estoy protegida de todo el daño y el dolor que siento. 

No quiero ver la luz del sol, a oscuras en mi habitación,  nada ni nadie me hace daño, siento paz y tranquilidad. Mis lágrimas intentan recomponerme, las oigo hablar, para que me levante y comenzar a caminar sola de nuevo. ¿Pero para qué? Aquí estoy bien, no tengo que fingir, no tengo que sacar fuerzas. Realmente quiero entrar en el agujero negro, no quiero salir. 

Las palabras de ánimo de mi entorno no ayudan, no confió en nadie, me siento pequeña, como una diminuta mota de polvo, no veo la luz al final del túnel, pero sinceramente, tampoco quiero verla, quiero que todo pase, no quiero ver a nadie.

Quiero llorar, quiero que me dejen llorar, no hay vuelta atrás, no se si algún día esto pasará, pero ahora estoy rota, y no veo que me pueda arreglar, no existen operaciones para recomponer un corazón roto que de momento no tiene intención de curar la herida.